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Es una enfermedad maligna de las células que forman parte de la sangre, conocidas como células hematopoyéticas. Estas células anormales tienen la característica de que pierden su capacidad para madurar y diferenciarse en células normales, lo cual produce un aumento desmedido de células inmaduras que con el tiempo llegan a reemplazar a las células normales de la médula ósea.
La mayor parte de los casos de leucemia no tiene una causa definida que les de origen. Sin embargo se conoce que la presencia de sustancias tóxicas, como los bencenos y la exposición a radiaciones pueden favorecer su aparición. Se conocen también una serie de sustancias que se utilizan para el tratamiento del cáncer, las cuales pueden desencadenar la aparición de leucemia.
En la actualidad se conoce que las personas que desarrollan leucemia tienen alteraciones en los cromosomas 5 y 7.
Existen varias clasificaciones de las leucemias, pero a grandes rasgos pueden dividirse en agudas y crónicas, en base a su evolución natural. Se les puede clasificar también en leucemia mieloide aguda, leucemia mieloide crónica y leucemias linfocíticas. A su vez cada una de ellas presenta varios subgrupos dependiendo de las características de las células que le dieron origen.
La leucemia linfoblástica aguda representa alrededor del 80% de las leucemias en los niños. Aparece entre los 3 a 7 años de edad, afectando más a hombres que a mujeres.
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La leucemia mieloide aguda es la más común en los adultos y se presenta en 2.3 de cada 100,000 personas anualmente y ocurre alrededor de los 60 años.
Habitualmente el 50% de las personas se quejan de fatiga extrema. Otras molestias frecuentes son la presencia de dolor en los huesos, pérdida de apetito, pérdida de peso y fiebre. Se presenta también una propensión al desarrollo de hemorragias, las cuales pueden provenir de las encías, la piel, nariz o de otras mucosas. En algunos casos pueden desarrollarse crecimientos ganglionares o masas en los tejidos blandos, mamas, útero, ovario, pulmones, aparato digestivo, cráneo o en otros órganos.
También pueden presentarse infecciones en lapiel, neumonías o infecciones rectales.
Los pacientes pueden acudir a consulta debido a crecimiento de las encías o dolores articulares.
En el examen físico se aprecia palidez, crecimiento de ganglios linfáticos, moretones en la piel y crecimiento del hígado y el bazo. En casos graves puede manifestarse como hemorragia masiva en el aparato digestivo, en pulmones o hemoragias cerebrales.
Habitualmente se requiere una determinación de citología hemática y en caso de encontrarse alterada, se necesitará la realización de una biopsia y aspirado de la médula ósea.
Una vez que se ha realizado el diagnóstico de leucemia se necesitarán estudios especiales de citogenética, tinciones especiales,
determinación de anticuerpos monoclonales y
estudios moleculares y de inmunofenotipo, todos los cuales son esenciales para dar una
correcta y para determina el pronóstico de la enfermedad.
Habitualmente se requiere una determinación de citología hemática y en caso de encontrarse alterada, se necesitará la realización de una biopsia y aspirado de la médula ósea. Una vez que se ha realizado el diagnóstico de leucemia se necesitarán estudios especiales de citogenética, tinciones especiales, determinación de anticuerpos monoclonales y estudios moleculares y de inmunofenotipo, todos los cuales son esenciales para dar una
correcta y para determina el pronóstico de la enfermedad.
El hallazgo principal en una leucemia linfoblástica aguda es una disminución en la cantidad de glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas, aunados a la presencia de blastos. En casos de leucemia linfocítica crónica el hallazgo primordial es un aumento en sangre de la cantidad de linfocitos, con un aumento mayor de 20 mil de los glóbulos blancos. También pueden identificarse un incremento en los niveles de ácido úrico y en un 20% de los casos existen alteraciones en las pruebas de la función hepática.
Se les da este nombre a las células inmaduras que se encuentran circulando en sangre o dentro de la médula ósea. La presencia de más del 20% de blastos en la médula ósea son indicativos de una leucemia aguda.
Habitualmente el tratamiento en las leucemias agudas es lograr una curación de la enfermedad y el primer paso está encaminado a lograr una remisión completa, entendida ésta como una normalización de los elementos de la sangre, una normalización de la médula ósea, sin presentar blastos y un estadio clínico normal.
Las personas con leucemia mielode aguda son tratadas con una combinación de medicamentos antracíclicos y citarabina, lo cual produce remisiones completas en un 70-80% de los casos en personas menores a 60 años y entre un 40-60% en mayores de esa edad. Los pacientes con leucemia promielocítica aguda son tratados con antraciclinas y ácido trans-retinoico, logrando con ello una remisión completa en el 90% de los casos. Los adultos con leucemia linfoblástica aguda son tratados con una combinación de agentes de quimioterapia.
Una vez lograda la remisión completa, los pacientes son tratados con quimioterapia o con transplante autólogo o alogénico de médula ósea lo cual dependerá de la edad del paciente, de su estado clínico y de los factores de riesgo inherentes a cada tipo de leucemia.
Los pacientes con leucemia linfocítica crónica pueden no requerir tratamiento en etapas iniciales o bien ser trat ados con fludarabina, clorambucil, rituximab, ciclofosfamida o trasplante alogénico cuando está indicado.
Aproximadamente entre el 70 a 80% de los adultos menores de 60 años con leucemia mielógena aguda logran una remisión completa de la enfermedad y de ellos, entre el 30-40% logran curarse después de recibir quimioterapia. El trasplante de médula ósea alogénica en individuos jóvenes suele ser curativo en el 60% de los casos, mientras que el trasplante autólogo de médula ósea puede curar entre el 50-70% de los pacientes que están en su primera remisión.
Los sujetos adultos mayores de 60 años con leucemia mielógena aguda pueden alcanzar una remisión en el 50% de los casos.
En el caso de la leucemia linfocítica crónica la sobreviva promedio es de 6 años, aunque una cuarta parte de los pacientes con esta enfermedad pueden llegar a vivir más de 10 años. Obviamente el estadio en el que se encuentra la enfermedad inicial es un factor muy importante para determinar la supervivencia a un futuro.
Leucemia mielocítica aguda (médula ósea) Se observan capas de mieloblastos primitivos
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Leucemia linfocítica crónica Se aprecian linfocitos leucémicos frágiles (aspecto sucio) y gran cantidad de leucocitos
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