¡Seguimos cuidando tu salud! Recuerda: el uso de cubrebocas es obligatorio durante tu estancia en el hospital; con esto evitamos la propagación de enfermedades respiratorias.
Se considera que el intestino contiene 200 mililitros de gas y una persona normal expulsa 600 mililitros al día. Entre 10 a 25 flatos al día puede considerarse normal.
No, producen la misma cantidad. De hecho se ha visto que las personas que se quejan de distensión abdominal pueden incluso contener menos cantidad de gas en su intestino.
Una fuente común es el gas que se deglute. Personas bajo estrés degluten una mayor cantidad de aire. Lo mismo ocurre en personas que fuman o que mastican chicle. El comer apresuradamente o el usar una dentadura que no cierra en forma adecuada puede aumentar el contenido de gas. El consumo de bebidas carbonatadas y ciertos alimentos puede aumentar la cantidad de gas.
Los más frecuentes son los frijoles, lentejas, coliflor, brócoli, coles de Bruselas, cebollas, espárrago, plátanos, alimentos con trigo, manzana, durazno, leche y fibra.
Diversas enfermedades metabólicas y endocrinas pueden favorecer el problema. Las más comunes son la diabetes, el hipotiroidismo y enfermedades pancreáticas. La presencia de cirugías digestivas que alteran la función digestiva son otra causa del problema.
Cualquier persona, puede presentar eructos después de comer, alguna vez en su vida. Esto se debe a la deglución de aire con los alimentos. Se sabe que por cada litro de líquido que ingerimos, se ingieren cerca de 1700 mililitros de aire, el cual al llegar al estómago, tiene que ser eliminado a través de la boca o el recto.
Además del aire que se deglute, las bacterias del intestino al fermentar los alimentos producen gas. De tal manera que la combinación ocasiona la formación de gas en el intestino. También se sabe que las alteraciones en el movimiento del intestino y la percepción de cada persona a dicho gas es lo que ocasiona las molestias abdominales, traducidas como un malestar difuso.
La lactosa es un azúcar que se encuentra en la leche. Para poder digerirla se necesita una enzima llamada lactasa, para lograr su digestión. Una persona que tiene deficiencia en lactasa no puede digerir apropiadamente la leche y esto provoca que la leche sin digerir llegue al colon en donde las bacterias fermentan la leche y producen gas.
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