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Es una enfermedad frecuente que se presenta en adultos jóvenes, probablemente con bases autoinmunes, genéticas, ambientales.
Es la presencia de desmielinización focal con gliosis reactiva (proceso de inflamación) en la sustancia blanca de cerebro, médula espinal y nervios ópticos.
Inicialmente se presenta cansancio, obnubilación, inestabilidad estando en un pie, paraparesia espástica, neuritis retrobulbar, diplopia (visión doble), pérdida de equilibrio, alteraciones de esfínteres. Estos síntomas pueden aparecer y desaparecer (enfermedad de reincidencia-remisión), que sin embargo cursan a la cronicidad del déficit neurológico llevando al paciente a marcha atáxica, espasticidad, alteraciones de la vista e incontinencia urinaria.
En ese momento se encuentra atrofia óptica, nistagmus (movimientos rápidos de los ojos), disartria (dificultad para articular la palabra), déficit piramidal o cerebeloso con alteraciones de movimientos y del equilibrio. Cuando el paciente presenta deterioro permanente, la enfermedad se denomina secundariamente progresiva. Cuando los síntomas no remiten desde un principio se denomina enfermedad primariamente progresiva.
El diagnóstico puede establecerse hasta que se evidencian más de 2 lesiones en dos regiones diferentes de sustancia blanca cerebral y que se ha evidenciado exacerbación-remisión. El diagnóstico debe manejarse como posible en pacientes con lesiones pero con un solo ataque clínico o bien dos ataques clínicos y una sola lesión.
Habitualmente se utiliza cortisona en el periodo agudo. Se administra en forma de bolo intravenoso por 3 días y posteriormente se mantiene una dosis oral elevada por una semana. Desafortunadamente la cortisona no previene otros ataques ni modifica el curso de la enfermedad.
Cuando la enfermedad se encuentra en periodo de exacerbación-remisión o secundariamente progresiva se ofrecen medicamentos inmunomoduladores o citostáticos como el Interferón ß, acetato de glatiramer, ciclofosfamida, azatioprina, metotrexate, cladribina o mitoxantron.
En pocos pacientes se ha demostrado mejoría con plasmaféresis o con la administración intravenosa de inmunoglobulinas.
Parte del tratamiento es ofrecer al paciente reposo sobretodo en los periodos de exacerbación.
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